Además de ser un soldado fiel en las acciones de guerra por la independencia, Anzoátegui se destaca por su amor al estudio permanente lo que le permitió acercarse al pensamiento de Bolívar y acompañarlo aún en momentos en que otros héroes dudaron.
José Antonio Anzoátegui nació en Barcelona el 14 de noviembre de 1789 y murió súbitamente de una fiebre mortal en Pamplona, Colombia, el 15 de noviembre de 1819.
Desde 1810 Anzoátegui participó en muchas batallas siendo las más representativas las de Araure y la de Boyacá en la cual le tocó comandar la retaguardia del ejército patriota. También estuvo cerca de Bolívar al momento de redactar la Carta de Jamaica y le correspondió tomar decisiones difíciles como en el caso del juicio a Manuel Piar.
En 1812 participó exitosamente en la Campaña de Guayana, en 1813 en la Batalla de Araure y en 1814, en la primera batalla de Carabobo. En 1815 emigró con bolívar hacia la Nueva Granada y en 1816 le acompañó en la primera expedición de Haití. Su desempeño militar y su lealtad le valieron el respeto de los demás combatientes. Por ello, pese a su juventud, en 1816 ya era teniente coronel.
Con McGregor y Piar estuvo en Quebrada Honda, Los Alacranes y El Juncal. En la Campaña del Centro estuvo en El Sombrero, Ortiz, Cojedes y La Puerta.
Su trayectoria está llena de rápidos ascensos y exitosas intervenciones que le valieron la obtención de la Orden de los Libertadores de Venezuela y la Cruz de Boyacá.
Después del arriesgado cruce de Los Andes su actuación en las acciones bélicas de Gámeza y Pantano de Vargas alcanzó niveles heroicos.
Su destacada actuación en la Batalla de Boyacá, en 1819, lo llevó a un nuevo ascenso como General de División. Boyacá fue la cumbre de su carrera militar. En gesto heroico que conmovió al Libertador, comandando a sus hombres, cruza la línea de fuego para desalojar al enemigo y de paso decide la suerte de aquella empecinada batalla. Allí conquistó en definitiva la inmortalidad.
Bolívar tenía plena confianza en las virtudes de este joven guerrero por lo que le confió el mando del llamado Ejército del Norte, cuya misión era dirigirse a Santa Marta y Maracaibo. Sin embargo, esta acción no se pudo llevar a cabo por la trágica muerte del General Anzoátegui, quien muriera en circunstancias confusas: algunos historiadores señalan que fue víctima de envenenamiento mientras otros aseguran que la fiebre que le cortó la vida fue producto de una infección por heridas mal curadas.
Al saber de su muerte, Bolívar, en su dolor exclamó : “Habría preferido la pérdida de dos batallones a la muerte de Anzoátegui. ¡Qué soldado ha perdido el ejército y qué hombre ha perdido la república!”
Menos afortunado que otros jefes por lo prematuro de su muerte, no alcanzó las alturas a que sus dotes militares y la nobleza de su carácter le hicieran acreedor. Muchos le comparan con Sucre. La grandeza de alma y la probada lealtad que le distinguieron siempre sirvió de poderoso estímulo y sólido apoyo a la estabilidad futura de Colombia y a la fijeza de sus instituciones.
En honor a este héroe patrio, el estado de Barcelona fue rebautizado en 1909 como estado Anzoátegui, como una forma de honrar a este ilustre hijo de esas tierras. Hoy en día muchos espacios culturales, deportivos e industriales lleva el nombre de este militar como señal de respeto y admiración.
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