En nuestro escudo patrio hay dos fechas: 19 de abril de 1810 y 20 de febrero de 1859. La primera fecha corresponde al día de la firma del Acta de Independencia y la segunda al inicio de la Guerra Federal y el proceso político de la Federación.
Aunque muchos historiadores consideran que la Federación nunca ocurrió en Venezuela y que simplemente fue un intercambio de ideas entre intelectuales de la época que tenían distintas visiones políticas, este periodo representa un hito histórico de referencia para los tiempos actuales. Tal y como lo expresa en su verso el poeta falconiano César Seco, no podemos ver los árboles crecer, sin embargo lo hacen. Así son las luchas sociales: un grito revolucionario como aquel ¡Oligarcas temblad, viva la libertad! Puede impresionar la historia y trascender por los años hasta hacerse vida en la juventud de este siglo XXI.
El 20 de febrero, se produjo la Toma de Coro, en el estado Falcón, hecho de armas que dio inicio a la Guerra Federal cuando el comandante Tirso Salaverría ocupó el cuartel de Coro apoderándose de unos 900 fusiles, lanzando al día siguiente el Grito de la Federación, dos días antes de que Ezequiel Zamora desembarcara junto a los demás líderes federales, quienes se encontraban hasta entonces exiliados en las Antillas.
La Guerra Federal fue el conflicto bélico más largo y costoso para Venezuela. En ella participaron los conservadores, oligarquía surgida de la guerra independentista, intentaron imponer su negativa a modificar el orden social establecido desde la colonia, que había permanecido luego de la guerra de independencia de Venezuela, mientras que los liberales, que serían conocidos como federalistas por apoyar el federalismo y la autonomía de las provincias, proclamaban los ideales de libertad e igualdad.
El programa de Zamora exigía la abolición de la pena de muerte, la prohibición perpetua de la esclavitud y el sufragio universal combinado con el principio alternativo de gobierno. Sin embargo, el componente social de la Guerra Federal es quizá el más complejo e importante de ser analizado pues, pese a que con el Grito de la Federación se produjo la irrupción en el escenario venezolano de las huestes llaneras, la dirección política de la insurrección, especialmente después de la muerte de Ezequiel Zamora, fue desempeñada por terratenientes, capas sociales de la burguesía urbana y caudillos militares ideológicamente aburguesados.
Hoy, es tiempo válido par hacernos algunas reflexiones: ¿Cuántos horizontes traspasa el amor más pequeño? ¿Qué mundo dejaremos ciertamente tras nuestros años? ¿Cuán tolerante es el planeta que nos soporta? ¿Cuántos tolerantes soportamos el planeta? ¿La patria nos reclama que estemos juntos? ¿Juntos podemos reclamar que haya patria?¿Justicia y bienestar son un sueño? ¿Quién dijo que los sueños son sólo sueños? ¿Cada batalla nos acerca al objetivo? ¿Para llegar al objetivo es necesaria una batalla? ¿Si me aferro a mis convicciones puedo andar seguramente? ¿Permiten las convicciones aferrarse? ¿Puede el cansancio impedirme la felicidad? ¿No es mejor estar felizmente cansado? ¿Ahora es el mejor tiempo verbal? ¿Por qué será que los verbos de ahora nunca tienen tiempo? ¿Qué ocurriría si se acaban las ganas y los propósitos? ¿Será que los propósitos siempre tienen ganas de nunca acabar? ¿Una mentira repetida es verdad? ¿La verdad jamás repite una mentira? ¿Puede el amor más grande ser un rompecabezas? ¿El rompecabezas de nuestro amor puede ser lo más grande? ¿Es agrio un mundo sin colectivos? ¿No será que no hay mundo en colectivos agrios? ¿Es la felicidad nuestro horizonte? ¿Habrá algún horizonte sin felicidad?
En nuestras comunidades, ahora, en tiempos de desarme, conviene revisar con cuáles armas contamos. Armas culturales que son más efectivas que las de fuego. La cultura nos salva. Nos salva la banda musical, la peña poética, la biblioteca popular, el grupo de danza, el periódico comunitario, el recital vespertino, la organización que mana de las manifestaciones culturales.
El 20 de febrero, se produjo la Toma de Coro, en el estado Falcón, hecho de armas que dio inicio a la Guerra Federal cuando el comandante Tirso Salaverría ocupó el cuartel de Coro apoderándose de unos 900 fusiles, lanzando al día siguiente el Grito de la Federación, dos días antes de que Ezequiel Zamora desembarcara junto a los demás líderes federales, quienes se encontraban hasta entonces exiliados en las Antillas.
La Guerra Federal fue el conflicto bélico más largo y costoso para Venezuela. En ella participaron los conservadores, oligarquía surgida de la guerra independentista, intentaron imponer su negativa a modificar el orden social establecido desde la colonia, que había permanecido luego de la guerra de independencia de Venezuela, mientras que los liberales, que serían conocidos como federalistas por apoyar el federalismo y la autonomía de las provincias, proclamaban los ideales de libertad e igualdad.
El programa de Zamora exigía la abolición de la pena de muerte, la prohibición perpetua de la esclavitud y el sufragio universal combinado con el principio alternativo de gobierno. Sin embargo, el componente social de la Guerra Federal es quizá el más complejo e importante de ser analizado pues, pese a que con el Grito de la Federación se produjo la irrupción en el escenario venezolano de las huestes llaneras, la dirección política de la insurrección, especialmente después de la muerte de Ezequiel Zamora, fue desempeñada por terratenientes, capas sociales de la burguesía urbana y caudillos militares ideológicamente aburguesados.
Hoy, es tiempo válido par hacernos algunas reflexiones: ¿Cuántos horizontes traspasa el amor más pequeño? ¿Qué mundo dejaremos ciertamente tras nuestros años? ¿Cuán tolerante es el planeta que nos soporta? ¿Cuántos tolerantes soportamos el planeta? ¿La patria nos reclama que estemos juntos? ¿Juntos podemos reclamar que haya patria?¿Justicia y bienestar son un sueño? ¿Quién dijo que los sueños son sólo sueños? ¿Cada batalla nos acerca al objetivo? ¿Para llegar al objetivo es necesaria una batalla? ¿Si me aferro a mis convicciones puedo andar seguramente? ¿Permiten las convicciones aferrarse? ¿Puede el cansancio impedirme la felicidad? ¿No es mejor estar felizmente cansado? ¿Ahora es el mejor tiempo verbal? ¿Por qué será que los verbos de ahora nunca tienen tiempo? ¿Qué ocurriría si se acaban las ganas y los propósitos? ¿Será que los propósitos siempre tienen ganas de nunca acabar? ¿Una mentira repetida es verdad? ¿La verdad jamás repite una mentira? ¿Puede el amor más grande ser un rompecabezas? ¿El rompecabezas de nuestro amor puede ser lo más grande? ¿Es agrio un mundo sin colectivos? ¿No será que no hay mundo en colectivos agrios? ¿Es la felicidad nuestro horizonte? ¿Habrá algún horizonte sin felicidad?
En nuestras comunidades, ahora, en tiempos de desarme, conviene revisar con cuáles armas contamos. Armas culturales que son más efectivas que las de fuego. La cultura nos salva. Nos salva la banda musical, la peña poética, la biblioteca popular, el grupo de danza, el periódico comunitario, el recital vespertino, la organización que mana de las manifestaciones culturales.
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