Por donde quiera que se mire Venezuela se pone cada vez más bella. Una se encarama en un morro cualquiera y le entran ganas como de enamorarse. Las trinitarias se suben a la cabeza y embriagan más que licor de cerezas. Por todas partes le brotan poesías que dejan simientes de flores para más tarde. El olor a sol se arremolina en las brisas que llevan a oriente buscando anclar en una postal marina. Nuestra Constitución Nacional fue redactada con amor reconociendo nuestras tradiciones como derechos humanos.
Siempre es posible acariciarla más ya que para el cariño sincero no hay límites. Tierra tropical, gente Caribe, sonrisa a flor de mar. Exquisitez para la memoria, determinación de justicia y participación. Lucha a brazo perfecto que parte traiciones y se reparte en afectos.
En Venezuela la tradición del Carnaval se acompaña, en el estado Carabobo, específicamente en la comunidad de San Millán, con el colorido Baile de La Hamaca, mejor conocido como El Entierro de La Hamaca, siendo su organización responsabilidad del Grupo Folklórico San Millán. Esta tradición carnavalesca fue llevada a Puerto Cabello por comerciantes holandeses y curazoleños y rememora los antiguos procedimientos campesinos heredados de costumbres afro venezolanas o indígenas, de traslado de enfermos y entierro de sus muertos; y su desarrollo contiene velorio, recorrida, drama y entierro. Germán Villanueva, el cultor que preside esta tradicional fiesta, cuenta:
«Todo comienza el día lunes de carnaval cuando llegan los visitantes, amigos y sanmillaneros que participan en esta celebración y se hacen los preparativos para el Velorio que ocurre a la medianoche del mismo día. A ritmo de tambor, charrasca y cachos sigue un paseo por las calles de la comunidad, mientras alguna voz exclama: Ya se murió! y todos responden: Hay que enterrarla! En la esquina de La Cruz, la Hamaca es colgada sobre soportes y rodeada por organizadores y amigos de la manifestación, quienes además colocan velas alrededor del objeto simbólico, en tanto los integrantes del grupo San Millán juran respetar y mantener la tradición. Al día siguiente -Martes de Carnaval- llegado el mediodía, sale La Hamaca del barrio, a recorrer todas las calles de Puerto Cabello. Las mujeres bailan alegremente mientras llevan y rodean La Hamaca, al tiempo que van entonando el canto ya descrito. En su recorrido se simulan dramas, tal como el que ocurre cuando uno de los hombres hace caer La Hamaca al golpearla con un garrote, hecho que provoca una aparente crisis en las mujeres quienes simulan llorar sobre el muerto. Esta reacción despierta celos en los hombres quienes se enfrentan entre sí, en una fingida lucha a palos. En algún momento las mujeres se dirigen a los hombres para invitarlos a bailar, cambiando la música por golpe de tambor, reiniciándose de esta manera la marcha. La Hamaca hace un alto en la Planchita y un segundo descanso en el barrio Rancho Chico donde la comunidad hermana brinda bebidas y el popular sancocho a los sanmillaneros.
Entre los integrantes de esta tradición se pueden distinguir: los propios miembros, conocidos como hamaqueros, quienes visten ropas multicolores; las mujeres, siempre con vestido femenino, mientras los hombres llevan camisa multicolor y los rostros pintados, todos con las frentes adornadas con cintas de colores vivos. A los hombres no hamaqueros no les está permitido llevar camisa y de hacerlo corren el riesgo de que se la rompan encima. Los hombres no hamaqueros van con el torso desnudo y solo pintados con colores vivos y brillantes, mientras las mujeres pintan sus caras. La Hamaca es un evento de mucha convocatoria. Se afirma que ha sobrepasado las tres mil personas, desplegando gran actividad física, con momentos de intensidad emocional, como al finalizar, cuando se sube La Hamaca; ahí surgen los mejores versos, la música se escucha con mayor intensidad, confundiéndose hombres y mujeres entre baile, canto, abrazos y lágrimas que despiden a La Hamaca y al Carnaval hasta el siguiente año».
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