Luis Beltrán Prieto Figueroa es un gran maestro venezolano. Nacido en La Asunción estado Nueva Esparta el 14 de marzo de 1902, este insigne hombre desde muy joven se dedicó a la docencia, la actividad política y a la escritura. Estudió en el Liceo Caracas y luego en la Universidad Central de Venezuela de donde egresó como doctor en ciencias sociales y políticas.
Fue el fundador y primer presidente de la Federación Venezolana de Maestros y durante el gobierno de Rómulo Gallegos fue Ministro de Educación. Al ser derrocado Gallegos, tuvo que vivir en el exilio . Luego del 23 de enero, regresa a Venezuela para continuar su carrera educativa esta vez como representante de la Unesco.
Una de las preocupaciones fundamentales de Luis Beltrán fue la práctica de la lectura. Para él leer desde la infancia es un hecho liberador: educar con el placer que brindan los libros fue siempre su consigna. A continuación vamos a ver algunas reflexiones de Prieto en torno a la lectura tomadas de su libro La magia de los libros:
«En los niños, el afán descubridor arma y desarma, más de lo último que de lo primero. Sería valioso que esta experiencia pudiera influir en el espíritu científico o en la búsqueda inquieta de soluciones a problemas que la vida planteará a los que hoy fincan su única ilusión y su única preocupación en el juego que divierte mientras se prepara el tránsito del niño al hombre».
«(…) Entre nosotros los libros no son en esta época del consumo una mercancía apreciable. Son pocos los que leen y las bibliotecas para los niños no ocupan lugar apreciable en los hogares, cuando debiera ser refugio y recreación permanente en esta búsqueda incesante de duendes, ángeles y fantasmas que son la permanente forma como se expresa la imaginación e los niños. Los libros son, sin duda, juguete par el futuro porque preparan al niño, le forman el corazón y la conciencia para la obra creadora que es el destino del hombre contemporáneo y que será la manera de realización cabal en el mundo venidero».
«(…) He sostenido que los textos mal escritos y peor usados matan la afición a la lectura, si los maestros no combinan la enseñanza de las nociones muertas en esos libros transitorios con las maravillosas creaciones que ponen a viajar a niños y jóvenes por mundos que el hombre descubre y redescubre a lo largo de su trabajosa existencia. Desgraciado el hombre que de niño no tuvo en sus manos oportunidad par la lectura de los libros estelares escritos para niños y que serán recuerdo amable de los hombres cuando dejen de soñar y tengan necesidad de trabajar.
No es muy abundante la literatura par niños. Es un difícil arte el concebir libros que los menores puedan leer con agrado y satisfacción. Gran parte de lo que se ha escrito para niños merecería estar en el basurero porque sólo los grandes artistas, los grandes creadores, los poetas excepcionales están en condiciones de acercarse ventajosamente a la imaginación de los niños. Es un error creer que basta la buena intención par escribir un libro de verdad valioso y permanente para los niños. Encontramos cuentos y poesías supuestamente escritos para niños que no dicen a éstos cosa alguna que pueda promover su imaginación y promover sus anhelos. Libros insulsos cuyo lenguaje disminuido de significaciones tiende a hacer más pequeños a los niños y en lugar de hacerlos crecer hacia la esperanza los detiene en un nivel que es necesariamente de regreso».
Esta semana, en honor a Luis Beltrán retomemos con fuerza el buen hábito de lee teniendo la certeza que la vida permanece, nos habla en el ejemplo de la gente, nos seduce e invita a no abandonar la lucha; desde el convencimiento que la felicidad constantemente nos susurra que no es plena si no es común; dispongámonos a servirnos una medida de utopía, buena porción de ánimo y cubitos de esfuerzo diario y brindar en alegría por el Maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa. ¡Vamos a unirnos a la fiesta de la buena lectura!
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