“Usted, director(...), usted maestro(...), usted maestra(...), usted profesor(...), tiene que estar pendiente de la integralidad de la formación de sus alumnos, que son como hijos, como hijos todos por igual, sean blancos, negros, ricos, pobres, lo que sean, son los hijos de la patria, hijos de todos nosotros”.
Hugo Chávez, discurso con motivo de los primeros cien días de gobierno, Palacio de Miraflores, Caracas, 13/5/1999.

Abolición de la esclavitud en Venezuela

«Aquí se estrellarán una y mil veces contra la estirpe de Bolívar, contra los herederos de los libertadores de América”
Hugo Chávez
Las personas esclavizadas tenían el alma revuelta como las olas del mar simuladas por el movimiento frenético de las caderas de sus mujeres al bailar. Se dieron a la fuga y fundaron sus cumbes. No fue sino hasta 1854 , un 24 de marzo, cuando José Gregorio Monagas emitió el Decreto de Abolición de la Esclavitud.

En esa oportunidad, en lugar de indemnizar a quienes habían sido maltratados, esclavizados, desarraigado de sus tierras y costumbres, a quienes se les indemnizó fue a los amos. Eran tan deplorables las condiciones en las que quedaron, que muchas personas prefirieron continuar en una especie de semi-esclavitud para poder sobrevivir en una sociedad que les era hostil.
Ahora no es igual: ningún venezolano ni venezolana tolera doblegarse ante la bota imperial.

Ya en el preámbulo de nuestra amada Constitución de la República Bolivariana de Venezuela se señala que somos «una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio de la ley (…) que impulse y consolide la integración latinoamericana de acuerdo con el principio de no intervención y autodeterminación de los pueblos» es decir, en pocas palabras,¡VENEZUELA SE RESPETA!

Recientemente el Presidente de los Estados Unidos nos calificó como una amenaza seria e inusual, pero no por nuestro potencial militar, o porque interrumpamos el flujo de petróleo hacia EEUU, sino porque somos un ejemplo de dignidad y resistencia en el que a pesar de nuestras debilidades, nuestra organización social aún en desarrollo y de nuestras contradicciones, hemos logrado, contra todo pronóstico, un aumento sostenido de participación política y social convocando al socialismo. En fin, porque pese a haber sido sometidos a cuanta receta infame se sabe el imperialismo, no hemos caído en la desesperación ni la anarquía destructiva ni hemos renunciado a la construcción del socialismo como única alternativa al capitalismo.

Al contrario de lo que se rumora, el terror no deambula por la amplia llanura ni se deja ver cual celaje en lúgubres caserones abandonados: habita en tu pecho. El espanto crece mientras imaginas sus efectos nefastos. No aparece: permanece a tu lado siempre; no puedes verlo bien sea porque el cerebro tiene percepción selectiva o porque se coloca justo en el punto ciego de tu ojo, pero allí está. Te sigue a donde quiera que vayas. Sopla su gélido aliento sobre tu nuca removiendo cada fibra de tu cuerpo; eriza tus vellos, estremece tus articulaciones.

No es fácil, requiere del esfuerzo más grande que hayamos hecho hasta ahora, porque este es el intento más grave y mortífero del imperialismo capitalista estadounidense de acabar con el proyecto bolivariano después de la partida física del Comandante Chávez. Para nosotros es la oportunidad de probar que nuestro esfuerzo como pueblo insumiso liderizado por Chávez y ahora por Nicolás, no ha sido en vano, que no hemos arado en el mar.

Sólo así, nuestros enemigos en el gobierno estadounidense, tendrán que admitir su frustración definitiva, como lo hizo el imperio español en las palabras del Mariscal Pablo Morillo, al afirmar con rabia e impotencia que “…aquellos indios de Margarita, pese a estar desnudos y hambrientos eran incansables y luchaban como gigante […] no he visto yo un pueblo en el genio humano que haga más desdén al orden que los venezolanos, parecen incapacitados para toda forma de disciplina pero por ello precisamente es que son tan tozudos en el combate, allí donde encontramos resistencia siempre hay al menos un grupo de soldados venezolanos, son insumisos, e indomables”.

Para finalizar, cantemos con nuestro Cantor del Pueblo, Alí Primera: «Ánima de San Benito/líbrame de la culebra/ que del mantuano me libro yo./ Si la culebra es la misma/ ¿quién es el mantuano hoy?»

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