José Gregorio Hernández Cisneros fue un médico venezolano nacido en Isnotú, estado Trujillo el 26 de octubre de 1864 y fallecido el 29 de junio de 1919 en Caracas.
Aparte de su labor como médico, educador y un sencillo legado científico, después de su muerte Hernández comenzó a ser objeto de culto sincrético en el país, donde se le considera "santo" y se le atribuyen milagros y curaciones. Estas creencias provocaron que en1949 el Vaticano comenzara a estudiar el caso de Hernández, y que en 1986 le asignara la jerarquía católica romana de Venerable.
Dejando de lado su aspecto religioso y profesional, la figura de Hernández es ademas un icono de la cultura popular de Venezuela, siendo representado usualmente de pie, vestido con traje y corbata negra y con las manos cruzadas en la espalda.
Biografía
Hernández fue el primero de los seis hijos de Benigno María Hernández Manzaneda y Josefa Antonia Cisneros Monsilla, pareja originaria de Boconó y Barinas, respectivamente. Pasó toda la infancia en su pueblo natal, donde su padre tenía negocios y una posición económica humilde pero estable.
Sus primeros estudios los realizó en el Colegio Federal de Varones de Trujillo (actual Liceo Cristóbal Mendoza), y a los 13 años se mudó a Caracas a estudiar bachillerato en el Colegio Villegas de Guillermo Tell Villegas, quien había servido como presidente provisional de Venezuela. En esa institución se graduó de bachiller en filosofía en 1884.
El 28 de junio de 1888, Hernández se graduó de médico en la Universidad Central de Venezuela, habiendo sido alumno de Adolfo Ernst y Adolfo Frydensberg, entre otros. Después, regresó a Los Andes y ejerció en los estados Mérida, Táchira y Trujillo, pero por muy poco tiempo ya que el gobierno de Raimundo Andueza Palacios le concedió una beca para estudiar microscopía, histología, bacteriología, patología y fisiología en París, donde también adquirió equipos científicos para la UCV.
A su regreso a Venezuela en 1891, el presidente Andueza Palacios decretó la creación de los estudios de histología, fisiología experimental y bacteriología en la UCV y los puso a cargo de Hernández. Esta fue la primera cátedra de Bacteriología en América del Sur, y fue en ella donde Hernández introdujo a Venezuela el microscopio y la enseñanza de su uso y manejo.
Los siguientes años, Hernández se dedicó a la docencia e investigación, y como miembro de la Facultad de Medicina de la UCV, el 7 de abril de 1904 Hernández asumió el Sillón No XXVIII como miembro fundador de la Academia Nacional de Medicina. En 1906 publicó su trabajo más importante, Elementos de Bacteriología y el 14 de septiembre de 1909 fue nombrado profesor de la Cátedra de Anatomía Patológica Práctica.
En lo personal, una de las características de José Gregorio Hernández era su profunda dedicación a la fe católica, por lo cual mantuvo una existencia que rayó en el celibato. A partir de 1907 esta religiosidad ocasionó que tratase de dedicarse a la vida religiosa en varias y fallidas oportunidades. En la primera oportunidad buscó la ayuda del arzobispo de Caracas, Juan Bautista Castro, quien escribió una carta de recomendación al Prior de la Orden de San Bruno, en Lucca, Italia, para que aceptaran a Hernández. Esta orden requería un examen de vocación antes de entrar novicio, el cual se inicio el 16 de julio de 1908 cuando Hernández arribó a la orden desde Caracas. El 29 de agosto ya había sido recibido en la Orden con el nombre de "Fray Marcelo".
La vida de dura y de privaciones de los cartujos, sin embargo, resultó contraproducente para el venezolano, quien pronto se enfermó y enviado de vuelta a Venezuela para recuperarse. El 21 de abril de 1909 llegó a La Guaira y tras recuperarse ingresó al seminario Santa Rosa de Lima de Caracas, y de allí pasó al Colegio Pío Latinoamericano de Roma para continuar su carrera religiosa. Lamentablemente para el, volvió a enfermarse y tuvo que retirarse. Reincorporado a la UCV, Hernández vio interrumpida sus actividades académicas en octubre de 1912 cuando Juan Vicente Gómez decretó el cierre de la Universidad por considerarla foco de oposición a su gobierno.
Entre los años 1914 y 1915 Hernández dictó clases particulares y gratuitas de Medicina en el Colegio Villavicencio y en 1917 viajó a Estados Unidos para actualizarse en bacteriología. Terminados los cursos reinició su actividad docente el 30 de enero de 1918, siendo el primer profesor en enseñar la toma de la tensión arterial en Venezuela. Posteriormente se mantuvo en las aulas y atendiendo su practica privada hasta su muerte el domingo 29 de junio de 1919. Ese día atendió enfermos en la barriada de La Pastora en Caracas y había decidido comprar medicinas para una anciana de pocos recursos. Al salir de una farmacia, fue golpeado por un automóvil en la esquina de Amadores y Uparal en el centro de Caracas.
Sus restos, inicialmente enterrados en el Cementerio General del Sur, donde se convirtió en un centro de peregrinación constante. Pero tras un incendio provocado por velas sobre su tumba, el 23 de octubre de 1975 fue trasladado al batisterio de la Iglesia de la Candelaria en Caracas, donde todas las tardes a 6:00 PM se le celebra una misa. En su honor el Instituto de Medicina Experimental de la Universidad Central de Venezuela lleva su nombre.
Beatificación
Después de su muerte, numerosos milagros y curaciones han ido atribuidas por creyentes a José Gregorio Hernández. Por esta razón, el Arzobispo de Caracas, Lucas Guillermo de Castillo inició el proceso de beatificación y canonización ante el Vaticano. Como parte de este proceso, el Papa Juan Pablo II le dio el título de Venerable el 16 de enero de 1986. De completarse el proceso, Hernández se convertiría en el primer santo de procedencia venezolana.
Oración
Los creyentes de José Gregorio Hernández utilizan diversas formas para rezarle y pedirle favores como trabajos, amor, o la cura de enfermedades. La oración más popular es la que se transcribe a continuación, la cual viene en la forma de una petición para que Hernández sea convertido en santo.
Oh Dios misericordioso, que te has dignado escoger a Venezuela para ser la Patria de tu siervo JOSÉ GREGORIO, quien prevenido por tu gracia practicó desde niño las más heroicas virtudes, en especial una fe ardiente, una pureza angelical y una caridad encendida, siendo ésta la escala por la cual su alma voló a tu divino encuentro cuando recibiste el holocausto de su vida.
Concédenos que brille pronto sobre su frente la aureola de los santos, si es para tu mayor gloria y honor de la Santa Iglesia. Te lo pedimos por los méritos de Cristo Nuestro Señor. Amén.
Aunque por otra parte el rezo u oración diaria es la siguiente:
¡Oh Señor Dios mío que todo lo puedes!, y que habeís acogído en tu seno a vuestro amado siervo José Gregorio, que por vuestra gran misericordia le diste el poder de curar a los enfermos en este mundo, dadle, Señor, la gracia de curarme, como Médico Espiritual mi alma y mi cuerpo sí ha de ser para tu gloria. Te pido esto, ¡Señor Dios mio !, en nombre de tu amado Hijo quien nos enseñó a ORAR diciendo: "padrenuestro..."
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