La miel

Si bien no es posible asegurar ni el origen ni el tiempo preciso en el que el ser humano comenzó la recolección y consumo de la miel, hay evidencias en papiros y en pinturas rupestres que muestran que esta actividad ya se efectuaba en el Mesolítico y en el Neolítico se aprendió a controlar abejas y enjambres. En el periodo predinástico de Egipto, se trasladaban las colmenas en embarcaciones a lo largo del río Nilo. En Grecia y el Imperio Romano era frecuente acuñar monedas con la imagen de abejas.

La miel como alimento para endulzar tiene un poder mayor que el de la caña de azúcar. Son conocidas diversas variedades de miel que dependen de la flor utilizada como fuente de néctar y del tipo de abeja que la produjo, pero como éstas la fabrican en cantidad tres veces superior de lo que necesitan para sobrevivir, es posible recoger el exceso para el consumo humano. La domesticación de las abejas para el fin específico de obtener su miel es una técnica conocida como apicultura.

Para la economía agrícola de Venezuela y sus apicultores, las perspectivas son bastante halagadoras, debido al auge que ha tomado el consumo de productos provenientes de la colmena (miel, polen, propóleo, cera y jalea real) así como también la concientización del uso de las abejas para polinizar cultivos como aguacate, girasol, mango, cítricas, coco, palma aceitera y en la producción de semillas. Similarmente, se ha empezado a considerar el valor social de las abejas no sólo en términos agronómicos y económicos de la polinización en diversos cultivares, sino en el papel que esta producción juega dentro de la agricultura ecológicamente sustentable, puesto que es un insumo más para la producción.

Además de su uso más frecuente como endulzante de alimentos y bebidas, la miel tiene usos medicinales debido a sus propiedades antimicrobianas y antisépticas. Así, la miel ayuda a cicatrizar y a prevenir infecciones en heridas o quemaduras superficiales. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se considera segura, fuera del período de la lactancia, para aliviar la tos. También es utilizada en cosmética (cremas, mascarillas de limpieza facial o tónicos) debido a sus cualidades astringentes y suavizantes.

Pollo y berenjenas con miel:

Corta berenjenas en cuadritos y colócalas en una sartén antiadherente. Rehoga la berenjena salpimentada al gusto, cuando empiece a estar tierna agrega mostaza, mezcla bien y añade miel, vuelve a mezclar y deja que las berenjenas se caramelicen ligeramente.

Quita la piel a unos muslos de pollo y colócalos al horno a 180° por 30 minutos. Vierte la mezcla de berenjenas sobre ellos y coloca ramitos de romero. Vuelve a hornear por 10 minutos.