“Usted, director(...), usted maestro(...), usted maestra(...), usted profesor(...), tiene que estar pendiente de la integralidad de la formación de sus alumnos, que son como hijos, como hijos todos por igual, sean blancos, negros, ricos, pobres, lo que sean, son los hijos de la patria, hijos de todos nosotros”.
Hugo Chávez, discurso con motivo de los primeros cien días de gobierno, Palacio de Miraflores, Caracas, 13/5/1999.

Simón Rodríguez: La educación es una acción que se inventa permanentemente.

Simón Rodríguez, conocido como el maestro y amigo de Simón Bolívar, nació en Caracas el 28 de octubre de 1769. Desde muy joven se dedicó apasionadamente a la enseñanza . El mismo Bolívar en carta al general Santander en 1824 decía que su maestro "enseñaba divirtiendo". Este espíritu que intentaba romper con las rígidas costumbres educativas del colonialismo español se reflejaría en toda su obra y pensamiento. Él mismo diría: «No quiero parecerme a los árboles, que echan raíces en un lugar y no se mueven, sino al viento, al agua, al sol, a todo lo que se mueve».
No se vale por lo que se tiene sino por lo que se sabe, diría el Maestro. Saber es vencer la ignorancia de dejarse arrastrar por los propios deseos y volcar los esfuerzos a construir la felicidad del colectivo. Así, la mayor fatalidad es no tener con los semejantes un común sentir de lo que conviene a todos. Para Rodríguez, la educación está íntimamente ligada a la construcción de ciudadanía, a la posibilidad de tener condiciones de desarrollo, a la configuración de la democracia.

Samuel Robinson, como también se llamó el Maestro, fue fiel compañero del Libertador. Entre 1804 y 1806 fue su tutor y compañero de sueños de libertad. De él aprendió, por ejemplo, la importancia de la educación “El hombre ignorante no sabe gobernarse”, y también que la moral es el dominio de las relaciones entre lo físico y lo mental para conducir a la acción. Así es que la “fuerza moral” es lo que domina a una persona o a un pueblo y esto solo se logra con el movimiento. Juntos vieron llegar a Napoleón al trono de Francia y criticaron duramente la metamorfosis que sufrió este héroe devenido en rey.

En 1805, Robinson fue testigo del famoso Juramento de Monte Sacro: ¡Juro delante de usted, juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi honor y juro por mi patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español!

La comprensión de la humanidad, de los derechos que le son inherentes y de la educación popular, se encuentra signada por la perspectiva desde la que nos ubicamos en la muy compleja trama de las relaciones sociales, de la vida política, de la construcción de ciudadanía. No hay territorio neutro en el hecho educativo. 

La educación es un proceso intencionado frente a la construcción social y política: no puede deslindarse de las dinámicas del poder. De esta manera, el primer acto necesario para enfrentar la educación supone cuestionar las formas tradicionales de comprenderla, problematizar modelos hasta ahora naturalizados, superar nociones meramente instrumentales de ella. «La pobre razón se oye invocar sin haber concurrido y padece inocentemente sin poder defenderse. ‘Esta es mi razón’, dice uno (como si la razón pudiera ser suya)». 

La educación, como práctica social es posible no sólo gracias a una formulación teórica atractiva, a una idea movilizadora, sino que también requiere sustentarse en los afectos y emociones de la gente, sosteniéndose en su capacidad para apasionar, vincular desde los quereres, convocar a la totalidad de la persona. El reto consiste en ser capaz de asumir al ser humano en su complejidad, ofreciendo propuestas lúcidas, racionales y sabias. La educación ha de partir de la vida concreta y a ella ha de volver. «Sin conocimientos el hombre no sale de la esfera de los brutos, y sin conocimientos sociales, es esclavo».

Quien educa está inmerso en una práctica contracultural. La educación debe llevar a asumir posiciones críticas ante las insuficiencias del sistema político, económico y social: «En creer que gobierna porque manda, prueba ya que piensa poco. En sostener que sólo por la ciega obediencia subsiste el gobierno, prueba que ya no piensa».

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